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Política de devoluciones de IKEA – Leer la letra pequeña

¿Es correcto cambiar de opinión?

Has estado varios meses buscando el sofá perfecto. Has buscado en mil webs y visitado varias tiendas. Has leído mil consejos de decoración y estilos. Y por fin has encontrado el modelo de sofá perfecto para ti. Uno que se ajusta a la perfección a tus gustos y necesidades. Lo compras en IKEA y en “menos que canta un gallo” lo tienes ya está en tu casa. Estás muy contento con tu nuevo sofá y colocas tu recibo en un cajón con más papeles. ¿Devoluciones? ¡Bah! ¡No vas a necesitar eso! El sofá es perfecto, ¿o no?

Las políticas de devolución son una práctica común en todos los negocios alrededor del mundo. Es una forma de decirle al cliente y al consumidor que confías en tus productos y de realizar buenas prácticas de negocios. Aún así, hay “letra pequeña” en todas las políticas de devolución, e IKEA no es ninguna excepción. La compañía otorga un plazo de 90 días que afirma que si no estas contento con algún producto que no hayas usado puedes devolverlo.

Se podría interpretar que si en este período de tiempo cambias de opinión sobre el producto que has comprado puedes devolverlo y recuperar tu dinero. Suena fácil, ¿verdad? ¡No tan rápido! La letra pequeña de IKEA dice que pueden denegar cualquier devolución si no tiene recibo. Además, también estipulan que el producto no debe ser usado. ¿Y qué significa para IKEA que un sofá no sea usado? Pues significa que el sofá no puede ser abierto o sacado de su embalaje.

Por ejemplo, si después de montar un sofá IKEA te das cuenta que no es lo que estabas buscando. Desafortunadamente, este no es un motivo para devolverlo. Es muy razonable pensar que si no estás completamente satisfecho con tu sofá, tienes el recibo de compra y el embalaje original del sofá puedes devolverlo. Pero no es así, porque IKEA se reserva el derecho de poder rechazar la devolución ya que se considera que el sofá está usado, pues ya lo has sacado de su embalaje y lo has montado.

¿Pero qué sucede si tienes tu sofá ya instalado? Ya han pasado un par de meses, has seguido las instrucciones de cuidado al pie de la letra y empiezas a darte cuenta de que están apareciendo grandes manchas en el sofá. Pues aquí es cuando la garantía del sofá entra en acción.

La mayoría de sofás tienen una garantía de 10 años. La garantía cubre defectos en los materiales del sofá y la mano de obra. Aunque IKEA se reserva el derecho de determinar que considera defecto.

El modo correcto para reclamar una decoloración en las machas del sofá es llamar a la tienda en la que compraste tu sofá, hablar con el representante del equipo de Atención al Cliente y explicarles el problema. Si tu tienda está cerca de casa, te recomendamos que vayas en persona y que lleves tu recibo.

Si has pedido tu sofá por internet, contacta con el número de teléfono de atención al cliente y explícales el problema. En la mayoría de los casos, el proceso que se sigue es el de una devolución y tienes que pedir unas nuevas fundas. Debes devolver tus fundas dañadas a IKEA y se te enviará un nuevo juego de fundas. Normalmente, la garantía suele cubrir también el envío. Aunque se han dado casos en los que el cliente ha tenido que pagar los gastos de envío.

Lo más importante que debes recordar cuando compras cualquier tipo de mueble es que debes guardar el recibo.

Revisa siempre la política de devoluciones de IKEA directamente en su web o en sus tiendas, ya que suele cambiar regularmente.

Puedes leer la política de devoluciones de IKEA haciendo click aquí.

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