Todo comienza con esos ojos que derriten tu corazón (o esa mirada de indiferencia maliciosa, dependiendo de la mascota que tengas).
Seguido por esa adorable inclinación de la cabeza de tu mascota hacia un lado.
O tal vez esa mirada de ojos abiertos de pura inocencia.
Finalmente viene la estaca final en el corazón: el gemido suplicante que convence mágicamente a tu endurecido corazón para que digas «sí» cuando realmente querías decir «NO. DE NINGUNA MANERA».
¡Oh sí! Si tienes una mascota en casa que secretamente es tu jefe, estarás de acuerdo en que tratar de tener un espacio habitable que esté siempre limpio es una batalla que se hace siempre cuesta arriba, especialmente cuando se trata de mantener tu hogar libre de pelos de mascota, pipi, caca y babas.
Si este es tu caso, sabemos que estarás de acuerdo con nosotros cuando decimos que los problemas que hemos enumerado a continuación son muy reales:
1. El pelo de mascota está literalmente EN TODOS LADOS.
Imagen: The Creative Exchange/Unsplash
Hay pelo de tu mascota en tu sofá, debajo del sofá, en la alfombra, en tu coche, sobre tus pantalones, en tu comida y en tus zapatos. ¡Rayos! Incluso has encontrado algo dentro de tus oídos.
2. Si caben, se sientan.
Imagen: Alexander Stramma
Si pueden encajar en un lugar privilegiado y cómodo (o incluso si no pueden), encontrarán la manera de hacerlo. Y eso suelen hacerlo siempre cuando no estás mirando.
3. Zapato desprotegido, dejará de poder ser utilizable rápidamente.
Imagen: David Lezcano/Unsplash
Siempre que tu par de zapatos favoritos esté a la vista y no los estés usando, se convertirán en el juguete favorito para masticar de tu perro. Siempre.
4. … Incluso cuando logras encontrar tus calcetines misteriosamente desaparecidos.
De repente te das cuenta de que estás condenado a usar pares de calcetines que no coinciden por mucho, mucho, tiempo.
5. Cuando entras en una habitación y puedes oler una sorpresa desagradable esperándote…
Imagen: Daniel Wiadro/Unsplash
¿Es esa la basura que olvidaste sacar? ¿Leche que olvidaste volver a poner en la nevera anoche? NOPE. Y sabes que no lo es porque acabas de hundir tu pie en una pila de caca de tu querida mascota.
6. Tumbarse en el sofá después de un largo día, solo para darte cuenta de que te sentaste en una gota fresca (y aún tibia) de vómito.
Imagen: Daniel Wiadro/Unsplash
¡Oh! Olvidaste que Rover tiene la costumbre de vomitar su cena cada vez que te olvidas de darle un beso y un masaje en el vientre antes de irte al trabajo. Uff.
7. Esa sensación de derrota cuando te das cuenta que la zona de rasguños (también conocida como tu sofá) no va a durar mucho más.
Imagen: Justin Jovellanos
Y estás temiendo comprar uno nuevo porque… ¡esas garras!
8. Es casi imposible hacer cumplir la regla de «prohibido mascotas en el sofá».
Esos ojitos…
9. Incluso cuando estás enojado con ellos, fracasas miserablemente en ser un dueño de mascotas efectivo.
Imagen: Heather Miller/Unsplash
¿Hemos mencionado esos ojitos?
10. Cuando traes un nuevo sillón a casa y ves impotente como tu gato se prepara alegremente para marcar su nuevo territorio.
Foto: Tucker Good/Unsplash
¿Adivina quién está sentado en el suelo para una agradable noche de cine a pesar de esa nueva y reluciente silla?
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